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¿Qué son las Afirmaciones?

Las Afirmaciones son una actividad especializada en el marco de un campo más amplio de procesos del alma, como son la meditación, la contemplación y la plegaria.

Son palabras elegantes y evocativas que permiten al alma establecer metas positivas de desarrollo interior.

En todas las enseñanzas espirituales, al igual que en los programas de formación de los ámbitos profesional y de empresa, la ordenación del pensamiento y la armonización del sentimiento constituyen un principio fundamental, y ejercen un impacto profundo en nuestra capacidad de manifestar el cambio, tanto dentro de nosotros como en el mundo.

La palabra afirmación sugiere un proceso mediante el cual nos tornamos firmes, o nos fortalecemos en una estructura interna.

De forma significativa, esa palabra implica dos direcciones simultáneas, una hacia abajo, hacia la terra firma de la tierra sobre la que nos encontramos, y otra hacia arriba, hacia la cúpula de los cielos, hacia el firmamento que envuelve el universo.

Esa firmeza y ese apoyo que el alma precisa, llegan desde los reinos espirituales y también desde el sólido anclaje de la tierra.

Las flores son, sin duda, un lenguaje tanto del cielo como de la tierra, puesto que hasta los más endurecidos de entre nosotros pueden reconocer que ellas incorporan, en todas las culturas humanas, un exquisito lenguaje del alma.

Son utilizadas para expresar nuestros sentimientos más internos en todas las distintas formas de celebraciones humanas, de conmemoraciones y de rituales, incluyendo el nacimiento, el matrimonio, la muerte y todos los otros momentos de pasaje en la vida.

Las Afirmaciones como un Camino Moral de Desarrollo En nuestro tiempo se nos ofrecen muchos programas de “pensamiento positivo”, que pueden parecernos similares, pero que, en realidad, tienen propósitos diferentes y apuntan a resultados marcadamente distintos.

Las afirmaciones escritas en esta serie tienen una intencionalidad moral/espiritual, y no son medios materialistas que van en busca de la salud, la fortuna, o la fama.

Desear una cosa o una circunstancia específica en el mundo físico es, a la postre, infructuoso, si ello no se lleva a cabo manteniendo una relación armoniosa con las necesidades válidas del alma.

La verdadera fortuna es aquello que lleva riqueza a la vida espiritual, permitiendo al alma adquirir esas valiosas joyas que son la virtud y la fuerza moral.

Por tanto, el uso correcto de una afirmación permite precipitar cambios internos en armonía con el destino del alma.

De ese modo, el alma atraerá hacia sí aquello que precisa en el mundo material, para su propio bienestar.

Así mismo, las afirmaciones deben de trabajar de tal forma que reflejen nuestras elecciones conscientes y nuestra voluntad interna de cambio.

Muchas formas de hipnosis y de programación subliminal van más allá de la voluntad y de la comprensión despiertas, y, por tanto, ese tipo de programas pueden alcanzar un éxito limitado en cuanto a modificar nuestro comportamiento exterior, pues solamente un trabajo interno y atento, que fortalezca y haga profundizar nuestra conciencia de alma, podrá aportar una transformación sólida y sostenida.

Como un antiguo proverbio nos enseña sabiamente: Siembra un pensamiento y recoge una acción; Siembra una acción y recoge un hábito; Siembra un hábito y recoge un carácter; Siembra un carácter y recoge un destino La serie Afirma una Flor está diseñada para dirigir la intención y la atención hacia la realización y la manifestación positivas del potencial personal.

Este proceso del alma no evita o trasciende la enfermedad, el error, el sufrimiento, o la derrota, sino que fortalece (afirma) las estructuras del alma para enfrentar esos retos.

Disonancia y Resonancia: Alquimia del Alma Asumir la responsabilidad del cambio interior nos lleva, de forma rápida, al reconocimiento de que no existen panaceas que puedan curar de forma inmediata.

La verdadera sanación es un proceso orgánico que se produce paso a paso y que, gradualmente, conduce a la maestría interior.

En el primer estadio de puesta en marcha de una afirmación, necesitamos, claramente, abrirnos al dolor de nuestros padecimientos.

Así, por ejemplo, una afirmación puede movilizar el valor y la claridad y, sin embargo, interiormente podemos sentirnos confusos y asustados.

Por ello, en lugar de evitar la afirmación o de suprimir los propios sentimientos conflictivos, tenemos la oportunidad de vivir con la punzada interior y con la tensión que son propios de la contradicción.

El “intervalo” existente entre el potencial espiritual personal y el momento en el que tiene lugar la situación presente, es enormemente fructífero para la transformación.

Cuando el alma reconoce y registra esa disonancia, es cuando se esfuerza por encontrar una concordancia armónica.

A través de ese proceso creativo, las palabras de la afirmación trabajan de forma creciente para tornarse firmes y resonantes, y, al igual que la planta crece y florece, en su particular danza entre la luz y la oscuridad, así también emergen las fuerzas creativas del alma humana.

Por tanto, las afirmaciones aspiran a conducir a la persona desde el honesto reconocimiento de un estado de mente o de sentimiento, hacia un proceso de alquimia del alma.

Sugieren potenciales de conciencia pasados, presentes, y futuros, y a través suyo el alma es llamada a reconocer el dolor o el conflicto presentes, y a trabajar para la resolución y para la integración, hasta que ella misma pueda irradiar aquella virtud que se ha despertado en su interior.

Las afirmaciones llaman a la conciencia “YO SOY” del Ser, que no es la personalidad inferior del ego, sino la voz del Yo Superior, que es portadora de la divina conciencia del mundo espiritual.

Más allá de los principios religiosos personales, o de las afiliaciones espirituales de cada uno, esta conciencia del YO SOY constituye una verdad sagrada y eterna.

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